miércoles, 18 de agosto de 2010
SOBRE EL GUSTO
REFLEXIONES ACERCA DE LOS PLACERES QUE NOS PRODUCEN LAS OBRAS DEL ESPÍRITU Y LAS PRODUCCIONES DE LAS BELLAS ARTES
En nuestra manera de ser, nuestra alma goza tres clases de placeres. Unos los obtiene del fondo de su propia existencia; otros son resultado de su unión con el cuerpo; finalmente, otros están fundados en los pliegues y prejuicios que ciertas instituciones, ciertos usos y hábitos le han producido.
Son estos los diferentes placeres de nuestra alma que forman los objetos del gusto, como lo bello, lo bueno, lo agradable, lo ingenuo, lo delicado, lo tierno, lo gracioso, el no sé qué, lo noble, lo grande, lo sublime, lo majestuoso, etc. Por ejemplo, cuando hallamos placer en ver una cosa que nos es útil, decimos que es buena; cuando hallamos placer en verla, sin que obtengamos de ella una utilidad presente, la llamamos bella.
Por tanto, las fuentes de lo bello, de lo bueno, de lo agradable, etc., están en nosotros mismos; e investigar esas razones es investigar las causas de los placeres de nuestra alma.
Examinemos, pues, nuestra alma; estudiémosla en sus actos y pasiones, investiguémosla en sus placeres; es en ellos donde más se manifiesta. La poesía, la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la danza, las diferentes clases de juegos, las obras de la naturaleza y del arte pueden producirle placer. Veamos por qué, cómo y cuándo lo producen; demos la razón de nuestros sentimientos. Esto podrá contribuir a formar nuestro gusto, el cual no es otra cosa que la ventaja de descubrir con finura y con rapidez la medida del placer que cada cosa debe producir a los hombres.
Ensayo sobre el gusto, Barón de Montesquieu
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