martes, 8 de marzo de 2011

FILÓSOFAS

No necesito más que mirar en mi biblioteca de filosofía para ver que la inmensa mayoría de los libros están escritos por hombres y que las mujeres, aunque tengo claro cuáles son las importantes, cuáles las que me marcaron con sus obras, son una desperdigada minoría que asoma recién, tímidamente aún en el siglo XX.


Mi pequeño homenaje en este día de la mujer, consistió en sacar de la bibloteca algunas de estas obras que me marcaron, releer, volver a entender por qué estos textos que ellas escribieron fueron, son centrales y seleccionar algunos fragmentos para compartir con ustedes.

Aprovechando la ocasión, fotografié cada uno de los reencuentros y he aquí el resultado.
Simone de Beauvoir




El segundo sexo en edición de Gallimard 1949, es una de las joyitas que heredé en vida de mi abuela Alicia. No es necesario presentar la obra, alcanza con recordar las primeras líneas, en las que Simone de Beauvoir comienza problematizando el status mismo del problema de la mujer y se pregunta si puede incluso hablarse de la existencia de "la mujer".


"J’ai longtemps hésité à écrire un livre sur la femme. Le sujet est irritant, surtout pour les femmes ; et il n’est pas neuf. La querelle du féminisme a fait couler assez d’encre, à présent elle est à peu près close : n’en parlons plus. On en parle encore cependant. Et il ne semble pas que les volumineuses sottises débitées pendant le dernier siècle aient beaucoup éclairé le problème. D’ailleurs y a-t-il un problème ? Et quel est-il ? Y a-t-il même des femmes ?"

Simone Weil




Casi un año más joven que Simone De Beauvoir, ingresan en el mismo año en la Escuela Normal Superior de París. Weil es la que tiene al ingreso la calificación más alta y la sigue de Beauvoir. Sus destinos filosóficos serían muy distintos, pero ambos están marcados por la Segunda Guerra Mundial y por las luchas de la clase obrera.

"El trabajo físico constituye un contacto específico con la belleza del mundo y, hasta en los mejores momentos, un contacto de tal plenitud que no tiene equivalentes en otra parte. El artista, el hombre de ciencia, el pensador, el contemplativo, deben admirar realmente al universo, atravesar esa película de irrealidad que lo vela y que constituye para casi todos los hombres en casi todos los momentos de sus vidas un sueño o un decorado de teatro. Deben, pero la mayoría no puede. El que tiene los miembros deshechos por una jornada de trabajo, es decir, una jornada en la que ha estado sometido a la materia, lleva en su carne como una espina la realidad del universo. Para él la dificultad es mirarlo y amarlo. El exceso de fatiga, la acosadora preocupación por el dinero y la falta de verdadera cultura les impide darse cuenta. Bastaría cambiar un poco su condición para abrirles el acceso a un tesoro. Es desgarrador ver cuán fácil sería para los hombres procurar un tesoro a sus semejantes y, no obstante, dejan pasar siglos sin tomarse el trabajo de hacerlo. En tiempos en que existía una civilización popular, cuyas migajas coleccionamos hoy como piezas de museo y bajo el nombre de folclore, el pueblo sin duda tenía acceso a ese tesoro. La mitología también, pariente proxima del folclore, es un testimonio, si se sabe descifrar su poesía. En la antigüedad el amor por la belleza del mundo ocupaba un lugar importante en el pensamiento de la gente. Fue así en China, en India, En Grecia, en todos los pueblos. En cuanto a Israel, ciertos pasajes del Antiguo Testamento, de los Salmos, del libro de Job, de Isaías, de los libros sapienciales, encierran una expresión incomparable de la belleza del mundo."

María Zambrano
De una pluma exquisita, la española María Zambrano explora las relaciones entre palabra y pensamiento, entre poesía y filosofía y nos regala estas palabras sobre el nacimiento de la poesía.

"Nace la poesía, como todo hacer trascendente, de la ruptura de un orden, de un orden anterior a la separación del hombre como criatura singular, a su existencia propiamente. Mas como el hombre tardó un tiempo en sentirse existir, en ese lapso, antes de que el hombre existiera y después de haber sido dejado del orden que lo albergaba, surgió lo primero el poetizar en esta criatura, que había dejado de serlo propiamente, ya dueña de la palabra. En un vacío, en un hueco, cuando se le hizo presente también la oquedad de su corazón, ya suyo o pidiendo serlo, nació el poetizar irremediablemente."
Hannah Arendt


No es casual que estas cuatro filósofas a las que hoy vuelvo, hayan sido partícipes activas de los acontecimientos políticos de su tiempo. Hannah Arendt no podía concebir -y esto las muestra a las cuatro en la estela de la figura socrática - una vida feliz sin intervención pública. En su obra Sobre la revolución podemos encontrar la clave de esta firme unión.
"daß keiner glücklich genannt werden kann, der nicht an öffentlichen Angelegenheiten teilnimmt, daß niemand frei ist, der nicht aus Erfahrung weiß, was öffentliche Freiheit ist, und daß niemand frei oder glücklich ist, der keine Macht hat, nämlich keinen Anteil an öffentlicher Macht."
"que no se puede llamar feliz a quien no participa en las cuestiones públicas, que nadie es libre si no conoce por experiencia lo que es la libertad pública y que nadie es libre ni feliz si no tiene ningún poder, es decir, ninguna participación en el poder público."

1 comentario:

magu dijo...

DIEGO
en algún lugar de casa debo tener UNA MUERTE MUY DULCE, creo que era de ella también, de SIMONE, si lo querés te lo llevo a la boutique,
che, eh pero y la doña hypatia ?

jaja
en cien años se harán homenajes a las filósofas trans, jajajaja