miércoles, 30 de junio de 2010

evagatio circa illicita

Este fantástico video del grupo de humoristas ingleses Monty Python, además de estar a tono con la época mundialista, creo que permite pensar algunos aspectos de la actividad filosófica que son en parte puestas en evidencia por el humor.

En este sentido podemos adelantar que el humor y la filosofía tienen un punto de contacto como desafío a la ley. Dirá Deleuze en Diferencia y Repetición que una de las maneras de invertir la ley es el humor "arte de las consecuencias y de los descensos, de los suspensos y de las caídas."



Las primeras veces que vi este video, mi lectura estaba basada en la contraposición de la filosofía como búho de Minerva que levanta su vuelo al atardecer, siguiendo el famoso dictum hegeliano y la filosofía como gallo que canta al alba, como Karl Marx proponía (quien estaba como vimos en el banco de suplentes y reemplaza a Wittgenstein para darle al equipo más movilidad, aunque esa promesa sea fallida).

En esta contraposición zoológica la filosofía puede tomar la forma del búho, que relata el partido cuando éste ya ha sido jugado -en ese sentido está claro que los jugadores no son tales, sino relatores de un partido que otros ya jugaron-. Dice Hegel "la filosofía llega siempre tarde. En cuanto pensamiento del mundo, aparece enel tiempo sólo después que la realidad ha consumado su proceso de formación y se halla ya lista y terminada". O puede tomar la forma de otra ave (que no remonta más que un torpe vuelo, que no se aleja de lo real, que mantiene sus pies en el suelo), el gallo que canta al alba, que propone dejar de interpretar y comenzar a transformar la realidad (la famosa Tesis XI de Marx sobre Feuerbach).

Pero volvamos a las leyes, después de todo esto es un juego y como tal, está reglado. La filosofía podría entonces ser búho y explicitar las reglas o ser gallo y proponer unas nuevas, cambiar las reglas del juego. Está claro de todas formas que lo que no hace es jugar. No sería un partido de filósofos aquel en que se disputaran la pelota para meter goles en el arco contrario. Sería un partido de fútbol normal.

Lo que caracteriza entonces a la filosofía ante todo es la suspensión de la acción, en tanto puesta en crisis de la reglamentación. El filósofo no juega el partido que se espera, ni siquiera toca la pelota, trastoca el ordenamiento pensado desde un lugar radical. Suspende la ejecución. Como el Bartleby de Herman Melville, ante lo que todos esperamos ver en un partido de fútbol, disputar la pelota, el filósofo "preferiría no hacerlo".

En la Edad Media, el pecado de acidia se caracteriza por hacer presa de los monjes, sobre todo cuando se encuentran en soledad a determinada hora del día. Dice Tomás de Aquino que "la acidia lleva cierto tedio en el obrar", por eso en la tradición moderna muchas veces se la confunde con la pereza, una hija poco importante. Lo que realmente es grave de la acidia, lo que la transforma en Pecado Mortal, es uno de los efectos que produce: la "vagatio mentis circa illicita" (divagación de la mente por lo ilícito o lo vedado). Es decir, por lo que se encuentra más allá de la regla o de la ley.

Es Arquímedes y no un filósofo quien tiene la ocurrencia que pierde el partido para los griegos. Lo pierde en tanto los griegos quedan atrapados en la lógica del fútbol. La filosofía es lo disruptivo en la lógica de la repetición continua sin diferencia. Y por eso sólo se juega allí, en el límite mismo (circa) de lo ilícito.

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