jueves, 4 de junio de 2015

NI UNA MENOS

"De repente creemos que en algún lugar del mundo pueden existir mujeres con un alma elevada, heroica, aristocrática, capaces y dispuestas a acometer grandiosas réplicas, decisiones y sacrificios, pero capaces y dispuestas también a ejercer su señorío sobre los hombres."
Friedrich Nietzsche

No se trata simplemente de decirle a los hombres que es lo que sí y que es lo que no deben hacer con respecto a las mujeres. No se trata de un movimiento de compasión, mediante el cual el hombre podría pegar/violar/matar, pero se contiene, porque la mujer es frágil, es linda, es dulce. Aceptar la compasión implica aceptar el rol de víctima, agradecer porque el dominio se realice de formas poco violentas, pero no vislumbra la posibilidad de salir de su yugo.

Este video italiano para la "prevención de violencia de género" muestra bien claro este tipo de posicionamiento. Son los nenes los que tienen la palabra, los que tienen un proyecto para sus vidas, los protagonistas de la situación. Son los nenes los sujetos, los dueños de hacer o dejar de hacer, de ser violentos, tiernos, compasivos. La nena aparece como objeto mudo y pasivo, se deja hacer, no tiene voz ni proyectos, eso sí: tiene maquillaje y el pelo muy bien arreglado. Son los nenes quienes pueden acariciarla, inclusive besarla, la voz que manda en off (la de un hombre) no piensa siquiera que los nenes deberían preguntar primero si la nena quiere ser tocada. 





"Los hombres no deben pegar a las mujeres" no es un mandato que deba ser aprendido como un mantra de la moralidad caballeresca. Solamente deja en claro que esos hombres no pueden imaginar siquiera que las mujeres no estén ocupando ese lugar de fragilidad/pasividad/debilidad, ese lugar de la ausencia de falo. Ese tipo de hombres sólo salen a cazar a mujeres como presas fáciles, ellas ya están desde un principio en el lugar de desprotección, piden ser dominadas. "No lo hagan violentamente, sino mediante modos de sujeción más sutiles" parecen recomendar ciertas voces.

Por suerte muchos de los movimientos feministas hace tiempo que hacen oír otras voces. Una voz que se ejerce sin pedir permiso a nadie. Una acción que no necesita de la aprobación de ninguna mirada masculina. Una voluntad de no habitar ya más el espacio de la víctima. Mujeres que no piden más "por favor no nos maten", sino que salen a combatir  y a infundir temor (¿por qué no?) con su presencia. El gusto de los hombres por las mujeres-presa-fácil ha de cambiar, por la fuerza. Por la fuerza de las mujeres, ya está cambiando. No es la hora de las falsas imposiciones de la paz. Es la hora de gustar nuevos combates.


1 comentario:

VERA dijo...

Me gusto tu reflexión.
Algo parecido pensaba mientras caminaba circunstancialmente entre las mujeres que hacían la marcha.
Agrego algo desde mi lugar de mujer.
Hay HOMBRES con mayúsculas ( muy escasos) que cuando se topan con una mujer fuerte, que jamás permitirá ser vulneraba, la valoran y hasta se pueden animar a amarla.
Pero la mayoría son hombres que en primer lugar, no saben como tratarlas, les temen en cierta forma y necesitan revalidar su supremacía teniendo una gacela a quien proteger de los demás leones, resultado: al débil al cual pretender cuidar siempre se lo menosprecia y termina odiando y por lo tanto agrediendo.
Creo que es la naturaleza humana, se necesita mucha "cultura"( en el sentido de crecimiento del intelecto, tanto de hombres como de mujeres) para tratar de luchar contra esos roles que en parte son biológicos y ancestrales, aunque revalidados permanentemente por las costumbres