sábado, 27 de julio de 2013

LA VIDA ES UNA HERIDA ABSURDA

"La sensación de absurdo a la vuelta de cualquier esquina puede sentirla cualquier hombre. Como tal, en su desnudez desoladora, en su luz sin brillo, es inasible."

Esa es la primera apuesta de Albert Camus en El mito de Sísifo. Mostrar el carácter universal del absurdo en el hombre, pero no desde un a priori que condenaría a todos los que quisieran ser partícipes de la categoría de "humanidad" a tener conciencia de este absurdo. Se trata de una universalidad de la sensación, que solamente puede ganar fuerza en tanto sensación individual de cada conciencia que en cualquier situación, aún "a la vuelta de cualquier esquina" puede ser presa de ella. Como concepto, justamente, es inasible.



Lo absurdo es una emoción, un sentimiento o una sensación que puede sentir cualquier hombre y que implica una gran cantidad de consecuencias, un universo y una actitud frente al mundo. Y aunque no podamos, en principio, aprehenderlo conceptualmente se puede sí, conocerlo “prácticamente”, dar cuenta de la suma de experiencias en las que encontramos este sentimiento. Este será el método de análisis.

“El método aquí definido confiesa la sensación de que todo verdadero conocimiento es imposible. Sólo pueden enumerarse las consecuencias y sólo el clima puede hacerse sentir.”

Para tomar este camino, Camus es coherente con el supuesto de la imposibilidad de todo conocimiento último, pero también es coherente con una eficiencia estratégica que implica al lector en primera persona. Si Camus puede lograr que, en la enumeración de los modos en los que lo absurdo se presenta, el lector sienta una identificación, realice un asentimiento, aunque sea pequeño, desde su propia experiencia, entonces la partida está ganada, más allá de todos los razonamientos que después se esgriman para sostener el concepto de lo absurdo.

Así es como Camus intenta mostrar los distintos modos, las diversas situaciones de la manifestación de lo absurdo en nuestras vidas.

Lo absurdo y la vida cotidiana. El mundo absurdo nace en el momento en que la conciencia despierta (se separa) de ese mundo cotidiano en el que actúa maquinalmente. Aparece un cansancio de la vida, los decorados se derrumban. Suele suceder que los decorados se derrumben. "Levantarse, coger el tranvía, cuatro horas de oficina o de fábrica, la comida, el tranvía, cuatro horas de trabajo, la cena, el sueño y lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado con el mismo ritmo es una ruta que se sigue fácilmente durante la mayor parte del tiempo. Pero un día surge el "por qué" y todo comienza con esa lasitud teñida de asombro."

Lo absurdo y el tiempo. La inserción en una progresividad temporal, niega tanto la condición absurda de la vida humana, como la esperanza en un tiempo más allá del tiempo, más allá de la muerte. La idea de que "mañana será mejor", aplasta el presente. Se trata de una rebelión de la carne en relación al tiempo como porvenir, al progreso, a la esperanza. "Durante todos los días de una vida sin brillo, el tiempo nos lleva. Pero siempre llega un momento en que hay que llevarlo. Vivimos del porvenir: "mañana", "más tarde", "cuando tengas una posición", "con los años comprenderás". Estas inconsecuencias son admirables, pues, al fin y al cabo, se trata de morir. Llega, no obstante, un día en que el hombre comprueba o dice que tiene treinta años. Así afirma su juventud. Pero al mismo tiempo se sitúa con relación al tiempo. Ocupa en él su lugar. Reconoce que se halla en cierto momento de una curva que confiesa tener que recorrer. Pertenece al tiempo, y a través del horror que se apodera de él reconoce en aquél a su peor enemigo. El mañana, anhelaba el mañana, cuando todo él debía rechazarlo. Esta rebelión de la carne es lo absurdo."

Lo absurdo y lo extraño de la naturaleza. “En el fondo de toda belleza yace algo inhumano, y esas colinas, la dulzura del cielo, esos dibujos de árboles pierden, al cabo de un minuto, el sentido ilusorio con que los revestíamos y en adelante quedan más lejanos que un paraíso perdido. La hostilidad primitiva del mundo remonta su curso hasta nosotros a través de los milenios.” El mundo reaparece fuera de las categorías que sobre él proyectábamos. La naturaleza que nos acogía, el sol mediterráneo de Argelia, la playa, el agua, todo puede perder su sentido, volverse cenagoso, ajeno, desolador. “Este espesor y esta extrañeza del mundo es lo absurdo.”

Lo absurdo y lo extraño en el hombre. En este punto Camus trae a la memoria sus lectura de La náusea de Jean-Paul Sartre y resume en una frase sin fisuras aquello que nos punza en lo más íntimo: “También los hombres segregan lo inhumano. En ciertas horas de lucidez, el aspecto mecánico de sus gestos, su pantomima carente de sentido vuelven estúpido cuanto les rodea. Un hombre habla por teléfono detrás de un tabique de vidrio; no se le oye, pero se ve su mímica sin sentido: uno se pregunta por qué vive. Este malestar ante la inhumanidad del hombre mismo, esta caída incalculable ante la imagen de lo que somos, esta "náusea", como la llama un autor de nuestros días, es también lo absurdo. 

Lo absurdo y la muerte. No hay experiencia de la muerte, pero lo inevitable del paso del tiempo y del atestiguar las muertes ajenas son evidencia de nuestra condición mortal. El estar condenados a muerte, la condena a muerte, la ejecución arbitraria, desnuda y brutal a la que estamos todos sujetos es, en última instancia, lo que sostiene todo el peso de la condición absurda.

“Ninguna moral ni esfuerzo alguno pueden justificarse a priori ante las sangrientas matemáticas que ordenan nuestra condición.”



¿Puede la razón suturar la herida absurda? ¿Podemos, mediante la comprensión, tender un puente sobre el abismo que se abre en el hombre y el mundo, entre el hombre y su propia vida?

Comprender es: unificar, clarificar, hacer familiar, reducir el mundo a lo humano. “Esta nostalgia de unidad, este apetito de absoluto ilustra un movimiento esencial del drama humano. Pero que esta nostalgia sea un hecho no implica que deba ser satisfecha inmediatamente.”

Como ya afirmó, esta comprensión plena (que es comunión del hombre con el mundo), nunca va a poder darse. Aquí sigue, por ejemplo, a Nietzsche en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.

Nada se puede conocer cabalmente, aunque pueda afirmar la existencia del propio corazón y del mundo. Pero “entre la certidumbre que tengo de mi existencia y el contenido que trato de dar a esta seguridad hay un foso que nunca se llenará. Seré siempre extraño a mí mismo.”

Camus acepta el dictum kantiano: conocer el mundo es imposible, solamente tenemos acceso a lo fenoménico. “Comprendo que si bien puedo, por  medio de la ciencia, captar los fenómenos y enumerarlos, no puedo aprehender el mundo mediante ella.”

“También la inteligencia me dice, por lo tanto, a su manera, que este mundo es absurdo.” El razonamiento tampoco puede suturar aquello que negaría lo absurdo. Lo termina reafirmando.

“En este universo indescifrable y limitado adquiere en adelante un sentido el destino del hombre. Una multitud de elementos irracionales se ha alzado y lo rodea hasta su fin último. En su clarividencia recobrada y ahora concertada se aclara y se precisa el sentimiento de lo absurdo.”

“Lo que resulta absurdo es la confrontación de ese irracional y ese deseo desenfrenado de claridad cuyo llamamiento resuena en lo más profundo del mundo.”

Este lugar extremo de tensiones entre la conciencia de la separación y el anhelo de unidad, es el desierto. Allí ya han pensado otros. Todos los que parte de los límites de la razón, donde “reinan la contradicción, la antinomia, la angustia y la impotencia”. Entre estos pensadores de lo irracional y de lo religioso están Nietzsche, Jaspers, Heidegger, Kierkegaard, Chestov, Husserl y Scheler. Aún con muchas diferencias, “hay un clima que les es común”.

“Lo irracional, la nostalgia humana y lo absurdo que surge de su enfrentamiento son los tres personajes del drama que debe terminar necesariamente con toda la lógica de que es capaz una existencia.”

2 comentarios:

magu dijo...

DIEGO

La inteligencia se caracteriza por una incomprensión natural o espontanea de la vida dice henri bergson (lo acabo de copiar del blog de mi amigo oz de leyendas de occidente) pero no sé de que libro sacó esa cita, el único que leí es LA RISA.

Querer comprender y buscar aclaración de todas las cosas que pasan en el universo es un absurdo, como hacer un puente de acá a europa, para los que tememos al agua o al aire. jaja, para no ver la dimensión del absurdo, muchos creyentes ven a lo incomprensible como a un misterio "por algo será"; los agnósticos quizás como algo a averiguar, o a aceptar o a rebelarse, los creyentes con ánimo y curiosidad, también tratarán de encontrar la razón si esta es necesaria (causa de enfermedades, de violencia, de sequías, etc). y ES cierto que el absurdo es totalmente cómico o siniestro cuando es algo impuesto, totalitario burocrático. Cuando nuestra ética o inteligencia es superior a la de los que ponen disposiciones u órdenes dentro de nuestro espacio. Lo hacen porque lo creen bueno, o lo hacen por sádicos, para enloquecer (por ejemplo, obligar a un preso a llenar un pozo y luego a volver a cavarlo. Pero de las cosas modernas, lo más absurdo que encuentro es el uso de los celulares masivo, en un tren apiñado, la gente no se puede agarrar de la manija pero sostiene a los celulares igual. Ayer con un amigo pianista y la mujer, nos preguntábamos si no sería una pretensión absurda volver a editar partituras viejas que ya nadie tocaría (Jaja Y como no las quiere me las donó: raff, wieniawski, kreutzer y absurdoe s que las acepté sabiendo que jamás podré tocarlas), FER ve absurdo algunos cuestionamientos pero sin embargo le gusta oirlos, y yo me reía de las adolescentes de una tribu africana que se agrandaban los labios como espumaderas y acá ahora pasa eso con el botox. Y CAMUS habrá sentido absurda la condición de ser francés pero de colonia, porque parece absurdo eso, también.

magu dijo...

por último, a veces pienso que es absurdo, salvar de la extinción al osito panda, mientras existan humanos que desmonten, que cacen, que quemen bosques, que construyan y construyan edificios, que quieran perpetuarse y ganar poder al cielo, con pisos más altos, es absurdo.