La segunda parte del libro Filosofía y actualidad, que mencionamos en la nota anterior, tiene como protagonista al filósofo Slavoj Zizek. Como el título indica, para pensar cuáles son los modos en que la filosofía puede o debe intervenir en las discusiones de actualidad, Zizek cree que hay que partir de una postura no dialógica, sino axiomática de la actividad filosófica. Sobre todo para que la filosofía pueda dar una respuesta a la demanda que se le hace.
"Cuando se nos pregunta algo a los filósofos, en general, se trata de mucho más que una pregunta: la opinión pública busca orientación en una situación problemática."
Lo primero que debe hacer el filósofo ante esta exigencia es modificar los términos del debate. Se debe aplicar una suerte de extrañamiento (Verfremdung) brechtiano, una toma de distancia que permita poner en crisis los modos aprobados de entender los debates contemporáneos.
Para Zizek está claro que la filosofía no debe transformarse en una filosofía de Estado, es decir, en una filosofía apologética del orden sociopolítico existente.
"¿Cuál es la función principal de la filosofía del Estado en la actual sociedad dinámica-capitalista? Debe aprobar el desarrollo, irrenunciable para el capitalismo, de nuevas ciencias, de la técnica y de la economía, pero a la vez bloquear sus radicales consecuencias éticas y sociales. Exactamente eso ha hecho Habermas, al menos con su intromisión en el debate biogenético."
Para no caer en estos usos de la filosofía, ni tampoco en un moralismo en el que el filósofo se muestre preocupado por el mal en el mundo, es necesario preguntarse (como lo hizo Badiou) por la especificidad de la filosofía, más allá de la figura del filósofo a la que se invita a opinar sobre cualquier tema, como a un escritor consagrado se le pide que opine sobre las virtudes de la cocina italiana.
En cualquier caso no cabe esperar de la filosofía un "rol" dentro de lo estatal, pero tampoco necesariamente contra el Estado. Si entendemos a la filosofía como anomalía, de hecho no sabemos qué caminos tomará.
"Quizá debemos dejar que se rompa el sueño de que hay una filosofía normal. Quizá la filosofía sea la anormalidad por antonomasia. Leería así la teoría de Badiou. Estoy totalmente de acuerdo con su tesis sobre las condiciones de la filosofía según la cual esta es por definición excesiva y existe, literalmente, sólo a través de su vínculo excesivo con condiciones externas que son de naturaleza amorosa, política, científica, o bien artística."
Así entendida la actividad filosófica, como esencialmente anormal y excesiva, Badiou subraya la importancia del alejamiento del ideal que uniría a la figura del humano con unos problemas determinados, propios de su naturaleza y con la filosofía como herramienta de desarrollo de esas problemáticas:
"La filosofía tiene que entender que en las verdades y en los problemas nuevos hay algo que no puede reducirse a una representación acabada de la naturaleza humana. Según mi criterio, esto es sumamente importante: el objeto de la filosofía encierra algo inhumano."
Como último tópico pero también asociado al modelo del humanismo moderno, está la discusión sobre la democracia. Porque si la filosofía debe mostrar la distancia entre el Estado y la verdad, si debe dar lugar al acontecimiento y afirmarse como extrema, entonces debe discutir lo que parece intocable: la democracia tal y como la concebimos.
Afirma Badiou:
"El imperativo filosófico que arriesga en realidad algo, que le plantea verdaderamente problemas al pensamiento, no es la crítica del sistema económico capitalista, sino la crítica de la democracia tal como la conocemos."
1 comentario:
Esto también escapa a mi entendimiento DIEGO
me gusta más lo filosófico jurídico, los simpatizantes o críticos de KANT. Esto para mi es incomprensible,
aunque la democracia si se puede cuestionar, por ejemplo, las reelecciones, los porcentajes por los cuales ganan los candidatos, los financiamientos poco transparentes de las campañas, en todos los países, si, que se haga, pero por filósofos que no estén en cátedras estatales, o en cargos públicos o en medios de comunicación estatal, sino no tiene gracia, hasta se sospecharía que son adoctrinadores en vez de discutidores.
bue, saludos DIEGO
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