viernes, 3 de junio de 2011

AUTOPSIA DEL ELEFANTE





La escena, el escenario de la autopsia de un elefante bajo la mirada –centelleante- de Luis el Grande es un dispositivo que se presenta, al menos, en una doble función. Permite en primer término el acceso al saber –de las entrañas, del funcionamiento de la bestia, de la comparación antropozoológica- al poder soberano, permite conjugar la relación saber-poder. Por otro lado –que es y no es el mismo lugar de acceso al cuerpo cadavérico-, este dispositivo hace ver, es un poder-hacer-ver que presenta ante la mirada una escena que se dirige a la curiosidad, a la curiositas ya no en su avidez de saber, sino en su atracción por el espectáculo, por una pulsión a la vez escópica y de dominio sobre la bestia. Sostiene Derrida que a través de este dispositivo hay un traspaso entre un “ver autópsico del saber teórico y el ver autópsico del espectáculo teatral, entre lo teórico y lo teatral, entre la inspección y el espectáculo”.


"La bestia y el soberano, ¿entonces, que? ¿Entonces, quien?"



El concepto filosófico de ‘dispositivo’ fue acuñado por Michel Foucault y aunque la definición a lo largo de su obra es esquiva, en una entrevista realizada en 1977 reproducida en Dichos y escritos se afirma lo siguiente: 

“Lo que trato de indicar con este nombre es, en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, éstos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos.”

Podemos hallar a lo largo de todo el análisis que en La bestia y el soberano realiza Jacques Derrida sobre la autopsia del elefante, diversos elementos que confirman la variedad de esta red que conforma el dispositivo, pero siempre debemos tener en cuenta que los dos cuerpos enfrentados (cuerpos finalmente múltiples, multiplicados), el de la bestia y el del soberano, hacen funcionar a este dispositivo como tal. Doble cuerpo del rey, el cuerpo mortal, animal, inspeccionado y cuidado por los médicos y el cuerpo que sostiene propiamente la soberanía, cuerpo simbólico, rodeado de simbolismos que imprimen la soberanía en su propio cuerpo.




Particularmente importante es que este dispositivo “está mediatizado por las instituciones”, por una Academia de Ciencias, que es la que garantiza hacer funcionar el saber, el hacer-saber-ver en la escena, así como la institución zoológica, la Casa de Fieras de Versailles, es la que permite el ordenamiento del dispositivo arquitectónico-administrativo de encierro y tratamiento de los animales. Estas instituciones, a su vez, obtienen su autoridad soberana de Luis XIV. Foucault ya había alertado sobre el papel que lo institucional cumple en el funcionamiento de los dispositivos que son catalizadores de un poder, que está basado en o atravesado por discursos de saber y regulaciones administrativas. De ahí que se haya interesado por el poder científico moderno y particularmente por el saber médico y psiquiátrico, aquel que tiene el poder de encerrar, exhibir, estudiar y tratar cuerpos. Y en este sentido es que a Derrida le interesa relacionar el dispositivo autópsico con el zoológico y el psiquiátrico, desplegando a través de un mismo tiempo histórico el poder soberano de apresar, presentar y representar.



En la nueva serie que emite NatGeo, llamada "Autopsia Animal", asistimos a la reconfiguración de la autopsia soberana sobre lo cadavérico. Nuevamente podemos verificar la doble función de lo autóptico: una visión que aparece mediatizada, garantizada por una instutición del saber, una estética deliberadamente aséptica, científica que permitiría conocer y al mismo tiempo exhibir.

"Te llevamos internamente bajo la piel de los animales más grandes del mundo para revelar su anatomía y sus secretos evolutivos. " reza la publicidad del programa. Al mismo tiempo, en el mismo espacio, sobre el mismo cadáver, se presenta el espectáculo, el acceso morboso en un escenario montado a tal efecto -ahora montado por las cámaras, la nueva óptica-, para exhibir la intimidad. Y esa es la doble promesa del conocimiento y de la exhibición de lo impresionante: "¿Cómo será un elefante por dentro? Imágenes impresionantes de una autopsia a este mamífero."



Para seguir pensando en la relación saber-poder-tener desde la nueva divinidad-luz (la tele-visión, la disposición por la mirada a distancia legitimada por el saber de la marca institucional "NatGeo"), desde el nuevo relato representacional que determina toda estructura soberana, afirma Derrida:

"Tenemos el presentimiento, incluso la sospecha, de que el orden del saber nunca es ajeno al del poder, ni el del poder al del ver, al del querer y al del tener. No resulta original pero tampoco falso, sin duda, recordar que la escena del saber y, sobre todo, del saber en la forma de la objetividad del ob-jeto, del saber que dispone de lo que sabe o quiere saber en forma de un ob-jeto dispuesto ante él [esta escena del saber de la autopsia/autóptica] implica que se disponga, que se ponga ante uno y que se tengan a disposición medios y poder sobre el objeto del saber."

1 comentario:

Aguante el mono dijo...

Diego siempre podes apretar el botoncito y poner a Susana, yo soy de los freaks que haciendo zapping se cuelgan viendo la autopsia del elefante, y acepto sin mucho conflicto que NatGeo me someta por un rato a todo el saber-poder-tener de su 0,1 punto de rating, contra los 30 que debe tener la Su.