sábado, 27 de marzo de 2010

POLÍTICA VIRTUAL





Algunas impresiones rápidas sobre el cambio en las fotos personales del 24/3 en los perfiles de Facebook.

La primera impresión que tengo sobre la movida de sacar las fotos y dejar solamente una silueta para el 24 de marzo o agregar el "Nunca Más", es la de una emoción que no es menor. No pensé que tanta gente se sumara y en cierto sentido es una emoción similar (aunque no tan grande) a la que produce una acción colectiva análoga pero de cuerpo presente, como ir a la Plaza de Mayo para esta fecha.

Creo que además de esta primera impresión, hay varios puntos para pensar que pueden seguramente ser lineamientos para entrever qué posibilidades de acción política tenemos de acá en adelante.

Que internet es de una eficacia inmensa para la viralidad es innegable. También lo es que Facebook y lo que suceda colectivamente dentro de esta red, se convirtió en un termómetro a tener en cuenta mucho más allá de ella. Digo lo que suceda colectivamente porque este tipo de acciones va más allá de la interacción común de subir fotos, estados y publicitar eventos para mostrarlas a "amigos" y del voyeurismo de mirar qué están haciendo (o dicen estar haciendo) los demás.

Entiendo que la facilidad que permite esta herramienta tiene un doble alcance. Permite participar mostrando adhesión a una causa a mucha gente que de otra manera parecería neutral o indiferente. Creo que genera en este sentido un nuevo espacio para aquellos que parecían acompañar casi en silencio los vaivenes de los grupos de participación activa en la política. Muchos de los que cambiaron la foto de su perfil fueron también a la Plaza de Mayo, pero estoy seguro de que otro gran número tuvo en esta mínima adhesión su primera participación pública sobre el tema.

Por otro lado, este fenómeno puede ser visto no como la apertura de un margen de acción para quienes antes quedaban afuera, sino como la banalización definitiva de la participación de quienes no harían mucho más que sumarse a una moda para defender una causa, que olvidan al día siguiente para sumarse a otra y así pueden unirse hoy al grupo "Nunca más", mañana al "Salven a las ballenas", dos días más tarde a "Ayuda a las víctimas del terremoto en Chile" y así sucesivamente en un raid de adhesión no comprometida a causas de las que poco se conoce y es escaso lo que se quiere hacer para cambiar.



En otras palabras, quien no pone su cuerpo, su tiempo, sus horas de lectura para interiorizarse, de acción para cambiar, de pensamiento para planificar, no puede pretener reemplazar todo eso por una simple adhesión en una red privada y elitista (eso es Facebook después de todo), que le toma un minuto sin salir de su casa.

Creo que las dos ópticas tienen que ser tenidas en cuenta. No tiene mucho sentido pensar que en ese acto termina nuestra responsabilidad política, pero tampoco hay que menospreciar la virtualidad de este tipo de participación. Después de todo insistir con la dicotomía entre una vida real y una virtual no nos lleva muy lejos en el análisis de lo que sucede. Creo que en la lucha simbólica que involucra toda lucha política, este espacio no es despreciable y es tan real como virtual puede ser nuestra vida fuera de internet.

Se trata de que podamos utilizar este canal sobre todo como medio, como germen, como comienzo de algo más y, como en todos los casos, de que no utilicemos banderas que nos quedan demasiado grandes.

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