martes, 16 de febrero de 2010

UN PELUCHE


Una existencia puramente relacional es aquella que nos define por los lazos que tendemos y son tendidos a nuestro alrededor.


Existo en la medida en que me objetivo, produzco un mundo y formo parte de él.


Permanezco en la existencia todo el tiempo en el que un otro repara en mí.


Cuando creemos vislumbrar la sensación de que nadie nos sostiene, de que el instante en que ninguno se pregunte por nosotros se avecina, nos percatamos de lo absurdo de nuestra existencia individual autónoma.


La necesidad de una divinidad es, antes que otra cosa, la necesidad de compañía. La garantía última de que seguimos formando parte de un relato y de que, si ninguno en esta tierra se acuerda de nosotros, aún así no le somos indiferentes al Creador.


No hay más que una diferencia de grado entre un peluche, un animal doméstico y el Dios de los evangelios.



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