miércoles, 11 de noviembre de 2009

PRO TEMPORE


Hay quienes dicen que la felicidad dura solo un momento y que, como todo instante, tiende a desvanecerse para quedar transformado en simple recuerdo. Esta posición tiene gran cantidad de adeptos, ya que entiende a la felicidad como un estado de la conciencia y esta última -aunque en determinados misticismos parece ser capaz de encarnarse en distintas formas- no es otra cosa que un relato que enhebra fugacidades por lo demás inconsistentes entre sí.


Es de todas maneras notable que, para ciertos individuos, más que un estado de conciencia la felicidad es algo así como una facultad del alma. Es sabido que las facultades, como las curvas de un camino, son limitadas y están pre-definidas en base a oscuras instancias divinas o aún más oscuros designios culturales.


Si esto último es cierto, entonces la felicidad deja de ser una pura escenificación temporal, como el enojo, para transformarse en algo connatural al hombre, que puede o no ser desplegado con la ayuda de detonantes internos o extemporáneos. Ciertamente no deja por eso de estar atada al devenir, pues es el hombre el sustrato en el que se manifiesta. Pero en este caso el hombre pasa a ser vehículo de algo que, en cierta forma, ya estaba allí esperándolo, listo para cambiar el mundo.


No hay nada que pueda manifestarse sin que antes allí estuviera en alguna de sus formas. Sea lo que sea la felicidad, estamos condenados a encontrarla. Y a extraviarla.


La noche está pesada y no hay nadie a quien decir que el calor me aplasta.

lunes, 2 de noviembre de 2009

LO NECESARIO



Me ahorro las introducciones, las explicaciones que evaden el tema, los eufemismos.

El concepto de lo necesario se hace carne sólo ante la muerte.

Como la sabiduría popular afirma, todo lo demás tiene remedio.

Lo necesario es lo no remediable, lo que no tiene cura, la enfermedad que no termina.

Pero la enfermedad es la herida definitiva en la carne, porque es interna, porque adviene.

Lo necesario es lo inapelable.

La única realidad del concepto es cuando se hace carne, cuando nos atraviesa.

El cuerpo es único asidero posible de lo existente.

Aquello que no se hace carne es mera habladuría.

Lo único necesario entonces, lo que jamás puede ser de otro modo, es la muerte.

Ella es final de todo asidero, de todo cuerpo, de todo concepto.

La única seguridad del cuerpo, es su propia muerte: un cuerpo es aquello que ya no será.

El concepto de lo necesario no tiene su horizonte en la muerte, él es la muerte.

Cuando el cuerpo muere, se desvanece el único jirón de realidad posible.

Y todo es arrastrado hacia la nada, necesariamente.

Quien no enferma en vida no puede ser capaz de definirse.

Quien no enferma, no conoce lo definitivo, no posee cuerpo.

Quien no enferma, no puede hacer carne el concepto.

La puta madre que hiciste carne el concepto querido Leo.

La puta madre.