viernes, 3 de julio de 2009

EL HÁBITO EN EL AMOR


No es preciso el auxilio de los dioses
ni las flechas de Venus para amarse.
A veces la más fea mujercilla,
su conducta, su agrado, su limpieza,
sus artificios inocentes hacen
que se acostumbre el hombre fácilmente
a vivir en su trato y compañía,
porque engendra cariño el mucho trato:
golpes reiterados, aunque leves,
al cabo de años triunfan de los cuerpos
más sólidos. ¿No observas que las gotas
de la lluvia que caen sobre las peñas
después de mucho tiempo las socavan?


Lucrecio, De rerum natura

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