martes, 26 de octubre de 2010

BARTLEBY

Una de las apuestas más lúcidas de Michel Foucault en su Historia de la locura en la época clásica, es la relación que establece entre los locos y toda otra población de internados que en el siglo XVII comienza a encerrarse en instituciones como el Hôpital Général de Paris. Estos lugares de encierro ostentan un poder policíaco sobre la población de la ciudad y allí son llevados pobres, desocupados, vagabundos, jóvenes revoltosos.

La hospitalidad de la nueva sociedad burguesa encierra a pobres y vagabundos,
los locos por supuesto son también puestos en seguridad, excluidos en los mismos hospitales. Si antes la pobreza o la locura podían llegar a ser santas, en este siglo hay culpabilidad en esos individuos que no parecen querer adaptarse a la nueva ética del trabajo. Así es que la sociedad los hospitaliza, los interna en estas nuevas instituciones, que más que hospitales son lugares que hoy podríamos llamar "correccionales" con un importante poder de policía.


En 1856 Herman Melville, el autor de la extraordinaria novela Moby Dick, publica el libro de relatos Cuentos de Piazza, donde se encuentra el conocido "Bartleby, el escribiente".

Bartleby comienza a trabajar como ayudante de un escribano y pronto muestra con algunas actitudes que no es como los demás empleados. Es el jefe de Bartleby el que narra la historia.

"Repetí mi solicitud con la voz más clara que pude poner, y con la misma
claridad me llegó la respuesta de antes:
-Preferiría no hacerlo.

-"Preferiría no hacerlo" -repetí, levantándome de puro nervio y cruzando el cuarto de una zancada.- ¿Qué quiere decir? ¿Se ha vuelto loco? Quiero que me ayude a comparar esta hoja... Cójala- y se la tiré.
-Preferiría no hacerlo -dijo-."


Esta es la frase que quedará para la historia. Preferiría no hacerlo. El jefe le dice que se ha vuelto loco. Puesto que parecía ser normal, parecía saber trabajar y saber obedecer las órdenes de un superior. Pero no, en un determinado momento, se vuelve loco. Así, el jefe se pregunta:

"¿Cómo podía entonces un ser humano, con las imperfecciones inherentes a nuestra naturelza, abstenerse de soltar toda clase de amargos improperios sobre semejante perversidad, semejante sinrazón?"

Y a pesar de toda la buena voluntad que el jefe de Bartleby parece tener, de su genuino intento de comprender qué le puede pasar a este "pobre hombre", no va a haber solución alguna hasta que el problema se transforme en una cuestión policíaca. Y es que Bartleby no tiene ningún papel posible en la sociedad moderna, lo mismo da si está loco o si es un vago. Se lo encierra porque no se sabe qué hacer con él, nadie sabe. A la vez que representa un peligro aún sordo, pero patente, Bartleby prefiere no, su postura sostiene una decisión, no una imposibilidad.

En el momento en que decide no trabajar, Bartleby hace de sí mismo un problema policial. Foucault lo explica muy bien citando a Voltaire:

"¿Cómo? ¿Desde la época en que os constituisteis, hasta hoy, no habéis podido encontrar el secreto para obligar a todos los ricos a hacer trabajar a todos los pobres? Vosotros, pues, no tenéis ni los primeros conocimientos de policía."

No hay comentarios: