viernes, 17 de julio de 2009

LA MUJER DESNUDA

La de todos los nombres posibles, la decapitada, la mujer-sexo, la mujer que por las noches nos visita en sueños. La que vaga por los bosques y camina herida, la que huye. La que sin violencia hace arder los lugares comunes, por combustión espontánea, la que derrumba los gestos y las costumbres. La mujer cuyo cuerpo nos figuramos con violencia, la que amamos con desprecio, la excusa anhelada para nuestro desenfreno. La mujer que esperamos poseer y que es más de lo que jamás tendremos. La mujer desnuda.




“No podría decirse lo hallé, lo tengo, se llama. Pero dejaba sentir sus efectos por verificación interior de cosa que se ha hecho vida y que, además, libera una fuerza capaz de promover la evasión, la ruptura. Salir ni más ni menos que en pos del no importa qué, cortándose las amarras que otros muestran a los demás como el mendigo las llagas, ¿eso era poco, acaso?”

Fragmento de la novela "La mujer desnuda" de la escritora uruguaya Armonía Somers


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