domingo, 19 de abril de 2009

IN MEMORIAM


"¿Cómo pueden una serie de puntos, que no tienen ninguna de las tres dimensiones, ni ancho, ni largo ni profunidad, formar una línea que se extiende en una de estas dimensiones? ¿Cómo se puede, profesor, pasar de muchas no dimensiones a una dimensión?" recuerdo haberle preguntado a Gregorio Klimovsky, hace ya más de 10 años, en un aula superpoblada, con humo de cigarrillos -todavía no se había prohibido fumar dentro de las aulas en Puán-, en el pizarrón un dibujo a tiza de Klimovsky representando la hipotética vista de una punta de alfiler magnificada por un poderoso microscopio.


Estabamos hablando sobre el punto, veníamos del nacimiento de la geometría en el antiguo Egipto y pronto habríamos llegado a la geometría no euclideana. -"Esa es una de las antionomias de la razón pura. Lea a Kant." me respondió, no sobradoramente, sino con ese guiño que nos hace sentir parte de la comunidad de pensamiento, que nos incluye automáticamente en la tradición de los que se detuvieron a pensar sobre el concepto de 'punto'.


Pero allí no se detuvo la cosa, me contestó la cuestión, habló de orejas, cabezas y rostros, argumentó sobre las razones que Russell encontró para solucionar ese problema al que Kant había nombrado insoluble.


Es tarde y sé que no es bueno esto que escribo, pero poco importa. La muerte se ha llevado otro gran profesor, otro gran filósofo y uno no puede menos (no puede realmente) que dedicar unos minutos en su recuerdo.

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