La actividad filosófica puede definirse como un dar razones de o un dar razones para. En todo caso como dice Paul Ricoeur "El filósofo no puede, él menos que nadie, rehusarse a dar sus razones".
Para comenzar y como nunca es una sola motivación la que nos lleva a algo, encontré cuatro tipos de razones para responder a la pregunta ¿Por qué filosofía a la gorra?
Razones geográficas o arquitectónicas
Razones editoriales o publicitarias
Razones estéticas o terroristas
Razones materiales o vitales
Razones geográficas o arquitectónicas
Una filosofía puede nacer, desarrollarse y morir (aunque es un poco tozuda para esto último) en diferentes hábitats, puede habitar diversas geografías o territorios. En diferentes hábitats somos otros, pensamos, actuamos, producimos de forma diversa. La geografía no es mero paisaje, es una situación vital, un hábitat posible. En el caso de la filosofía podemos encontrarla en distintos hábitats, desde los más académicos y encerrados, hasta los más libres y frescos.
La academia siempre es un edificio, la institución está plenamente identificada con él, si no hay arquitectura sólida y elefantiásica, no hay academia. Dice Zaratustra de los doctos:
Yo soy demasiado ardiente y estoy demasiado quemado por pensamientos propios: a menudo me quedo sin aliento. Entonces tengo que salir al aire libre y alejarme de los cuartos llenos de polvo.
Pero ellos están sentados, fríos, en la fría sombra: en todo quieren ser únicamente espectadores, y se guardan de sentarse allí donde el sol abrasa los escalones.
Semejantes a quienes se paran en la calle y miran boquiabiertos a la gente que pasa: así aguardan también ellos y miran boquiabiertos a los pensamientos que otros han pensado.
El lugar de la producción académica, de los cuartos llenos de polvo, es necesario, pero es sólo uno de los hábitats posibles de la filosofía y también es necesario sacarla a tomar aire y sol. Lo importante es lo que uno apreondió del viejo Kant, conocer los límites de cada una de las modalidades del saber y no pretender que una de ellas abarque la totalidad de lo posible.
Razones editoriales o publicitarias
Este formato permite poner a prueba, sacar a la luz ciertas ideas, hacerlas públicas. Es ante todo una forma de exposición, quiero decir ¿Para qué salir al sol si no vamos a exponernos, a desnudarnos?
En algún momento hay que pasar de la posición pasiva y cobijada de la palabra, del anonimato y ponerle nombre y cuerpo a esa palabra. Tomar la palabra es una responsabilidad, una exposición. Es la posibilidad de que nos critiquen, de que no nos quieran, de que no nos gustemos a nosotros, de que no hayamos dicho todo lo que teníamos para decir o de la forma en que queríamos hacerlo.
Y sí, tomar la palabra y hacerla pública, editarla, aún más, tomar la palabra de cuerpo presente como en este caso es un riesgo. Pero dijimos antes que la filosofía puede definirse como un dar razones y parece que esto se contrapone con salir al sol, con desnudarse, con vivir una aventura. En palabras de Lewis Carrol
- Vamos, cuéntenos sus aventuras.
- Les contaré mis aventuras a partir de esta mañana –dijo Alicia tímidamente-. No les hablaré de ayer porque no era la misma persona.
- Explíquenos esto –dijo
- No, no, primero las aventuras –exclamó impaciente el Grifo-. Las explicaciones ocupan siempre un tiempo espantoso.
Ante todo -como dice el Grifo- las explicaciones ocupan siempre un tiempo espantoso. Así que ¿Qué podemos hacer o qué podemos pretender hacer en una hora? ¿Explicaciones o aventuras?
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