martes, 19 de enero de 2010
MITOLOGÍAS
"El mundo provee al mito de un real histórico, definido -aunque haya que remontarse muy lejos- por la manera en que los hombres lo han producido o utilizado; el mito restituye una imagen natural de ese real. De la misma manera que la ideología burguesa se define por la defección del nombre burgués, el mito está constituido por la pérdida de la cualidad histórica de las cosas: las cosas pierden en él el recuerdo de su construcción. El mundo entra al lenguaje como una relación dialéctica de actividades, de actos humanos; sale del mito como un cuadro armonioso de esencias. Se ha operado una prestidigitación que trastoca lo real, lo vacía de historia y lo llena de naturaleza, despoja de su sentido humano a las cosas de modo tal, que las hace significar que no tienen significado humano. La función del mito es eliminar lo real; es, estrictamente, un derrame incesante, una hemorragia o, si se prefiere, una evaporación, en síntesis, una ausencia sensible."
Roland Barthes
domingo, 3 de enero de 2010
LOS CUENTOS DE FELISBERTO
Hay ceguera en los cuentos de Felisberto. En el mejor improvisador al piano y maestro de armonía Clemente Colling. En el viejo del arpa y sus ojos que giran en la oscuridad mientras Cocodrilo lo mira entre las rendijas de sus dedos, de su llanto de comercio. Hay ceguera de artificio en el dueño del bazar que realiza un arte dramático en su túnel táctil. También la hay en todos los que rodean a Margarita, que habla como nadie más el lenguaje del agua. Hay oscuridad en los cuentos de Felisberto. Sin embargo, su escritura tiene la luz espectral del acomodador, ilumina con fulgor propio los objetos más inverosímiles. Los desencuentros con lo vivido, que algunos llaman recuerdos, son interceptados por la narrativa diáfana de Felisberto y si se te ocurre leerlo una tarde de domingo, puede que no sepas luego qué es lo vivido en los cuentos y qué en la narración más pobre de tu propia vida.
No me quedaba la menor duda; aquella luz salía de mis propios ojos, y se había estado desarrollando desde hacía mucho tiempo. Pasé el dorso de mi mano por delante de mi cara y vi mis dedos abiertos. Al poco rato sentí cansancio; la luz disminuía y yo cerré los ojos. Después los volví a abrir para comprobar si aquello era cierto. Miré la bombita de luz eléctrica y vi que ella brillaba con luz mía. Me volví a convencer y tuve una sonrisa. ¿Quién, en el mundo, veía con sus propios ojos en la oscuridad?
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