viernes, 11 de junio de 2010

DE VITIO LUXURIAE

"El uso de los actos venéreos es sumamente necesario al bien común, es decir, a la conservación de la especie. Luego la razón debe fijarse en ello especialísimamente, desechando como vicioso lo que contradiga ese orden. La lujuria es un exceso, una transgresión del orden en dichos actos venéreos, y es, por tanto, pecado."

Por la fuerza que ejerce este placer venéreo sobre nosotros, dice Tomás de Aquino, es que debemos mantener bajo control especial a este tipo de actos. Y la regla que servirá de guía para hablar de "desvío" o de "exceso" tiene que ver con la finalidad natural de la reproducción de la especie.

Desde épocas inmemoriales hay distintas maneras en que el goce se tramita por otras vías que no esperan -ni permiten en muchos casos, lo cual horroriza aún más a Tomás de Aquino- obtener como resultado la reproducción de la especie. En la misma Suma Teológica tenemos cantidad de ejemplos: desde la "fornicación simple" hasta la "inmundicia" (masturbación masculina, la femenina era directamente silenciada), pasando por la "polución nocturna" y "por fin, si no se observa el modo correcto de realizar el acto humano, sea introduciento instrumentos de placer, sea empleando otras formas bestiales y monstruosas de pecado."

Estas diversas formas del goce sexual sin finalidad reproductiva tienen una historia infinita de variantes y riqueza que no me interesa señalar más que para comentar algunas de las nuevas maneras en que la tecnología permite profundizar y complejizar esta disociación. Quiero entonces presentar tres nuevas tecnologías del placer sexual:


1. Quizás todavía no hayamos tomado conciencia de cómo el Viagra permite la cosificación del hombre como partenaire sexual. Sabemos sí, que la mujer sigue siendo el objeto sexuado para complacer al hombre cuando él así lo disponga, el cuerpo a ser sometido y penetrado. Pero la biología masculina impedía el abuso simétrico hasta la llegada de esta creación de la tecnología química. Ella permite disociar el deseo del hombre, su excitación, de la función mecánica -la erección- y a la vez que parece solucionar un problema para el hombre (problema nuevo históricamente, el del goce de la mujer), lo entrampa en una posición similar a la que ella se encontraba en tanto cuerpo-sexual-siempre-disponible. Desde la escatología de la Suma podría hasta ser bien visto este sistema, siempre y cuando se lo utilice exclusivamente con fines reproductivos.


2. Este es otro tipo de "cuerpo-sexual-siempre-disponible" pero ya no humano. Es la avanzada del artefacto sexual 'muñeca inflable', con prestaciones mucho más complejas, sobre todo con respuesta a los estímulos que recibe. En este sentido es un artefacto de extrema complejidad, que intenta de algún modo una similitud completa con un cuerpo sexual-psíquico, porque tiene también distintos "humores" o modos de comportamiento. La humanidad ausente es el primer factor que singulariza a este objeto, al estar tan cercano en sus funciones y parecidos externos. Una primera comparación entre un robot sexual y una prostituta sería entonces obra de una torpeza importante. El proceso de cosificación que -por lo general- sufre la prostituta, se vería en este caso invertido por un proceso de humanización del objeto. Y podemos sí comenzar a pensar entonces en un proceso de ambiguación, o en un derrumbe de la dicotomía modelo-copia, que permita pensar tanto al robot como a la prostituta bajo el modo del simulacro.



3. El tercer artefacto lo presenta Woody Allen en su película Sleeper. El famoso "Orgasmatron" permite el goce de uno o varios cuerpos, sin necesidad siquiera de quitarse la ropa. Y aunque parece que el resultado está asociado a estimulaciones psíquicas, me parece muy interesante que se ingrese de cuerpo entero y no -como en otras películas de ciencia ficción- que se trate de algún aparato que se utilice solamente sobre la cabeza, como una especie de electrodo que se aplica sobre el cráneo. En el Orgasmatron el cuerpo que goza es el cuerpo completo, de pies a cabeza. Las funciones reproductivas del goce en nuestro dedo gordo es algo que Tomás de Aquino también había tomado en cuenta al calificar como pecaminoso "el acto de tocamiento" en el Artículo Cuarto de la Cuestión 154 de la Suma, titulado Utrum in tactibus et osculis consistat peccatum mortale.

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