Luego
de que Camus publicara El hombre rebelde,
con fuertes críticas al estalinismo y algunas alusiones veladas a la filosofía
existencialista sartreana, desde la publicación que Sartre dirigía (Les Temps Modernes) y luego de que
durante meses nadie haya querido hacerse cargo de la crítica del libro, es el
joven Francois Jeanson el que escribe la recensión crítica sobre el libro de Camus
en un artículo titulado “Albert Camus o El alma rebelde”.
La
dureza de la crítica hará reaccionar a Camus, con una carta dirigida al
director de la revista (a Sartre mismo), a la que responderán Jeanson y Sartre.
Estos cuatro artículos fueron publicados en Les
Temps Modernes y Camus decidió no responder, pero quedó profundamente
herido por la violencia de Sartre y por la ruptura de la amistad que pensó que
los unía.
Jeanson se pregunta por qué motivo el libro de Camus cayó tan bien en sectores
tan distintos, incluyendo a muchos medios de la derecha. “¿Pudiera explicarse esta
satisfacción general por una cierta inconsistencia de su pensamiento, que lo
haría indefinidamente plástico y maleable, apto para sufrir múltiples y
diversas formas?” Se lo acusa de humanismo vago y acomodaticio.
Según Jeanson, Camus afirma la injusticia del
mundo pero a la vez niega la única salida “eficaz” para solucionarla, lo que
queda es la confirmación del statu quo,
la filosofía de Camus es entonces esencialmente conservadora.También acusa a Camus de no
sufrir en carne propia las injusticias y por eso la insistencia en llamar la atención sobre la injusticia
mayor que provoca el repararla. Pero su crítica mayor tiene que ver con el
problema de la eficacia, a la que Camus
critica sin entender que cualquier solución que proponga tiene que ser eficaz
si es que va a cambiar algo.
Mientras Camus defiende la eficacia del
“sindicalismo revolucionario” de los países nórdicos como ejemplo más cercano
de una rebelión no totalitaria, Jeanson se burla: “¡Ay! ¡Que hermoso es el
sindicalismo revolucionario cuando no necesita ser revolucionario (cf., los países
escandinavos), y qué auténticas eran las revoluciones cuando fracasaban!”
Para Jeanson actuar es hacerlo
en la historia y situado, mientras que Camus quiere mantenerse por fuera, no elige a su
enemigo y propone una rebelión estática. Acusación directa de burgués para Camus:
“Para nuestros puntos de vista incorregiblemente burgueses,
es muy posible que el capitalismo ofrezca un panorama menos
"convulso" que el stalinismo; pero ¿qué imagen ofrece al minero de
profundidad, al funcionario sancionado por causas de huelgas, el malgache
torturado por la policía, al vietnamés "limpiado" con una cachiporra,
al tunecino "ratizado" por la Legión?”
Camus responde en una carta dirigida al "señor director" de la revista Les Temps Modernes, es decir, a Sartre, sin mencionar en ningún momento directamente a Jeanson.
Primero va a dejar en claro que esa acusación de "ser funcional a la derecha" evita pensar la verdad de las cuestiones planteadas en su libro.
"No se juzga la verdad de un pensamiento según se lo coloque a la derecha o a la izquierda, y aún menos de acuerdo a lo que la derecha y la izquierda pueden hacer de él. Si así fuese, Descartes sería stalinista y Peguy adoraría a Pinay. En fin, si la verdad me pareciera estar a la derecha, allí estaría yo."
Afirma que se lo acusa de ser conservador por no ser marxista. “No siendo aún posible clasificarme dentro de la derecha, por lo menos se podrá mostrar, mediante el examen de mi estilo o el estudio de mi libro, que mi actitud es irreal, antihistórica e ineficaz. Luego me será aplicado el método de la autoridad que parece hacer furor entre los escritores de la libertad, para demostrar que, según Hegel y Marx, esta actitud sirve objetivamente a la reacción.”
Aquí ya se ve el nudo de la cuestión: Camus dice que lo acusan como marxistas, pero no se reivindican marxistas, sino existencialistas y esto llevaría a grandes contradicciones que más adelante expondrá teóricamente, pero entre tanto lanza el desafío para que salgan del closet en tanto intelectuales marxistas.
Hay en la respuesta de Camus un intento de volver a la sustancia de la discusión, así es que vuelve a plantear sus tesis y pide que se las ponga sobre la mesa de debate, en cambio Jeanson “ha rechazado enérgicamente la discusión
de las tesis centrales de mi libro, es decir: la definición de un límite que el
movimiento mismo de la rebeldía ha hecho surgir, la crítica al nihilismo
poshegeliano y a la profecía marxista, el análisis de las contradicciones dialécticas
ante la finalidad de la historia, la crítica a la noción de culpabilidad
objetiva, etc. En cambio, discute a fondo una tesis que no existe en el libro.”
“Un crítico leal y sagaz, en vez de tratar de
ridiculizar una tesis imaginaria, se hubiera confrontado con mi verdadera
tesis, que afirma que servir a la historia por la historia misma conduce a
cierto nihilismo. En cuyo caso él habría intentado probar que la historia puede
aportar, por sí sola, valores que no sean los de la sola fuerza, o intentando
probar que el hombre puede guiarse dentro de la historia sin recurrir a ningún
valor. No creo que estas demostraciones sean fáciles, pero no he de creer que
sean imposibles para un espíritu mejor dotado que el mío. El intentarlo nos
hubiera hecho progresar a todos en conjunto, y, a decir verdad, no esperaba
menos de usted. Veo que me engañé.”
La bronca de Camus tiene varios ingredientes: por un lado Sartre evita la confrontación teórica, por otro envía a un seguidor suyo a criticar su libro y traicionando los códigos de la amistad, esa crítica se basa en la tergiversación y en la traición “no he hallado en él ni generosidad ni lealtad
hacia mí, sino únicamente el rechazo de toda discusión profunda y la voluntad
vana de traicionar”
Por eso Camus vuelve una y otra vez sobre los problemas principales que sus detractores tienen que enfrentar y que están relacionados con la imposibilidad de conciliar marxismo y existencialismo.
“Si el hombre no tiene un fin que pueda elegirse
de acuerdo con su valor, ¿cómo puede la historia, desde ya, tener un sentido
perceptible? Si en efecto tiene uno, ¿por qué el hombre no haría suyo este fin?
Y si así lo hace, ¿cómo puede estar entonces en la terrible e incesante
libertad de que usted habla?”
“El Hombre Rebelde trata de demostrar,
en efecto, que los sacrificios exigidos, ayer y hoy, por la revolución
marxista, no pueden justificarse sino en consideración a un fin feliz de la
historia, al tiempo que la dialéctica hegeliana y marxista, cuyo movimiento no
puede detenerse sino arbitrariamente, excluye este fin. Sobre este punto, sin
embargo extensamente desarrollado en mi libro, su redactor no dice una palabra.
Pero es que el existencialismo de que hace profesión estaría amenazado en sus
fundamentos mismos si se admitiese la idea de un fin previsible de la historia.
Para conciliar el marxismo, debiera en último caso demostrar esta difícil
proposición: la historia no tiene fin, pero tiene un sentido que sin embargo le
es trascendente.”
Sartre da por terminada la
amistad y habla de una vanidad herida en Camus. “Veo que usted se rebela más
fácilmente contra el Estado comunista que contra usted mismo.”
Acusa a Camus de
hablar en nombre de los pobres, como si fuera su portavoz o su hermano. “Puede
ser que usted haya sido pobre, pero ya no lo es más; usted es un burgués, como
Jeanson y como yo.”
“¿Y si usted se hubiera equivocado? ¿Y si su
libro fuera simplemente testimonio de su incompetencia filosófica? ¿Si
estuviera hecho con conocimientos reunidos apresuradamente y de segunda mano?
¿Si no hubiese más que dar tranquilidad de conciencia a los privilegiados?”
Sartre afirma que se usa a los
campos de trabajo forzado soviéticos para “cerrarle la boca” a los
intelectuales de izquierda, pero los campos son un problema de todos, no de la
gente de izquierda.
“La cortina de hierro
sólo es un espejo y cada una de las mitades del mundo refleja la otra mitad. A
cada paso de la tuerca de aquí, corresponde, allá, una vuelta de tornillo.”
Luego, pasa a aleccionar a Camus desde su lugar de filósofo eminente y a insistir en el conocimiento de segunda mano del argelino. “No me aventuro a aconsejarle que se remita a El
Ser y la Nada, la lectura le parecerá inútilmente ardua: usted
detesta las dificultades del pensamiento y rápidamente decreta que no hay nada
que entender para evitar anticipadamente el reproche de no haber entendido
nada.”
“Nuestra libertad de hoy, sólo es la libre
elección de luchar para ser más adelante libres. Y el aspecto paradójico de
esta fórmula expresa, simplemente, la paradoja de nuestra condición histórica.
Ya ve usted que no se trata de enjaular a mis contemporáneos, éstos ya
están en la jaula; al contrario, se trata de unirnos a ellos para
quebrar los barrotes.”
Sartre indica a Camus que si
quiere influir sobre las luchas debe participar en los combates y que su
actitud es más bien la de quien se retira solo al rincón. Luego ensalza al Camus pasado,
al de El extranjero y la Resistencia.
“Era usted una persona.” Pero su filosofía del absurdo
está todavía en la tradición clásica, rechaza la historia.
Después de acusar a Camus de
querer conservar el statu quo, ahora
que se trata de cambiarlo, Sartre discute el concepto de “fin de la Historia”
al que Camus había atacado.
“La comprensión de la
Historia está dada en la acción histórica. ¿La Historia tiene un sentido?,
pregúnteselo usted mismo, ¿tiene un fin? En mi opinión es la pregunta la que no
tiene sentido, pues la Historia, fuera del hombre que la hace, sólo es un
concepto abstracto e inmóvil, del cual no se puede decir que tenga un fin ni
que no lo tenga. Y el problema no está en conocer su finalidad, sino en darle
una. Por otra parte, nadie actúa solamente con miras a la Historia.”
Camus no va a contestar, en una
carta a su mujer escribe: “Comprendo que
se discuta mi obra. En primer lugar, es a mí a quien parece discutible, y en
profundidad. Pero no tengo nada que decir si hacen el proceso a mi persona.
Entonces cualquier defensa se convierte en apología de uno mismo. Y lo
sorprendente es esa explosión de un odio largo tiempo reprimido. Lo cual prueba
que esas gentes nunca han sido amigos míos.”
Para la mayoría de los que asisten
a esta polémica, Sartre es el ganador. Por otra parte, Camus duda mucho de su
obra y Sartre no duda un segundo de su posición. Aunque Camus ensaya escribir
una respuesta, nunca la terminará ni la publicará. Allí afirma: “No habría escrito El hombre rebelde si, en los años cuarenta, no me hubiera
encontrado frente a hombres cuyo sistema no podía explicarme y cuyos actos no
comprendía. Para decirlo en pocas palabras, no comprendía que los hombres
pudiesen torturar a otros sin dejar de mirarles…”
Camus recibe el apoyo de
intelectuales que han sufrido en carne propia la violencia del régimen
estalinista. Se suceden algunos eventos importantes antes de la muerte de
Stalin, con el fusilamiento de importantes funcionarios comunistas y una gran
campaña antisemita. Camus escribe que el comunismo es peor que la derecha y
reina “en el Este de Europa y en las
nostalgias de nuestros intelectuales, cuyo único y repulsivo trabajo es
distinguir cuidadosamente entre los campos de concentración buenos y malos y
entre los antisemitas buenos y malos. Dan ganas de vomitar.”