Los primeros zoológicos eran colecciones de lo exótico para los fastos de la realeza. El lujo: la exclusividad de poder contener a lo extranjero dentro de los límites de lo privado. Una muestra más de que la excepción quedaba circunscripta a la mirada de los seres excepcionales: reyes de linaje divino. Las bestias, los extraños animales salvajes traídos por aventureros, comerciantes o diplomáticos de tierras más allá de las fronteras de las que, muchas veces también, eran traídos indios, hombres salvajes como bestias.
La política moderna, rompe con ese modelo de colección-exposición propio de los reyes, para democratizar la función del zoológico. Luego de la Revolución Francesa, la Casa de Fieras del Rey se cierra, pero se la traslada hacia una forma en la que todos puedan tener acceso, en un lugar provechoso para el saber, para la curiosidad y el entretenimiento de todas las personas.
Jacques Derrida en el Seminario La bestia y el soberano:
"Esta reforma del zoo, del parque zoológico y de lo zoológico en general, sin hablar, lo vamos a hacer enseguida, de los circos y de las casas privadas [por lo demás, vamos a ver que los parques zoológicos, incluso ahí donde son instaurados con fines de saber o de protección de los animales, tienen en común con los circos el hecho de que, al estar abiertos al público, son también lugares de espectáculo, teatros -como también lo fueron, por lo demás, durante mucho tiempo los manicomios], la oikonomía, pues, ya que las preocupaciones ecológicas y económicas pasarán por un saber-hacer que consiste en proporcionar una casa, un hábitat a las bestias mediante un proceso que oscila, a veces con el fin de hacinarlos simultáneamente, entre la domesticación (por consiguiente, la adecuación a las leyes de la casa familiar, domus, de la casa del señor, dominus, o de la señora de la casa -domus, heim, home, de la domesticidad), la doma el amaestramiento, la cría, otras tantas modalidades del poder señor y soberano, del poder y del saber, del saber poder, del saber para ver y del ver para saber y para poder, del tener, de la posesión, de la apropiación y de la propiedad de las bestias (mediante la captura, la caza, la cría, el comercio, el encierro), siendo así la oikonomía la condición general de esta ipseidad como dominio soberano sobre la bestia, en esta única y misma experiencia que concatena, con la bestia, el poder, el saber, el ver y el tener."
Dispositivo de apropiación animal, el zoológico, permite a la vez la instauración de este ipse, de este amo y señor, del soberano que dicta las reglas de la casa, que domina bajo su mirada y por eso exhibe lo que domina, lo conoce, lo estudia, lo cuida, lo trata. Así, las diferentes lógicas del zoo dan cuenta de los modos en que, transformaciones mediante, el hombre soberano de la naturaleza expone, exhibe, amaestra y organiza a lo animal.
Veamos algunas de estas lógicas en lugares conocidos y reconocidos para quienes habitamos la Ciudad de Buenos Aires.
"No hay ninguna ciudad de mediana importancia que no tenga un Zoológico, que es el punto favorito de reunión de multitudes" fueron las proféticas palabras de Carlos Pellegrini en 1883, pocos años después se inauguraba el Zoológico de Buenos Aires, con la estructura clásica de aquel entonces, jaulas que agrupaban especies y una arquitectura que debía coincidir con el hábitat original de los animales. Curiosa apropiación: los animales asiáticos se exhibían junto a las pagodas en las que ellos no vivían. El hábitat artificial de los hombres formaba parte del exotismo en el que era exhibido el animal. Podemos ver a continuación una foto de principios del siglo XX que atestigua el dominio sobre la fiera encarcelada y otra más actual, donde aún se puede apreciar la arquitectura de lo exótico contrastando con los edificios de la ciudad.
Dispositivo de apropiación animal, el zoológico, permite a la vez la instauración de este ipse, de este amo y señor, del soberano que dicta las reglas de la casa, que domina bajo su mirada y por eso exhibe lo que domina, lo conoce, lo estudia, lo cuida, lo trata. Así, las diferentes lógicas del zoo dan cuenta de los modos en que, transformaciones mediante, el hombre soberano de la naturaleza expone, exhibe, amaestra y organiza a lo animal.
Veamos algunas de estas lógicas en lugares conocidos y reconocidos para quienes habitamos la Ciudad de Buenos Aires.
ZOO DE BUENOS AIRES
Durante el siglo XX el Zoológico fue cambiando parcialmente su fisonomía, aunque la estructura principal sigue siendo la misma. Desde su privatización, la fachada hacia los visitantes ha exacerbado más que nunca su esencia teatral, el espectáculo de la naturaleza "Cerca, pero bien cerca tuyo" como indica el slogan. Entrando al website oficial http://www.zoobuenosaires.com.ar/ podemos apreciar cómo el lugar se muestra como sitio de entretenimiento (adaptado por supuesto a las nuevas exigencias pedagógicas, en las que la ecología y la educación deben formar parte de un "entretenimiento responsable") y vemos cómo el principal cartel que invita a festejar los cumpleaños de los chicos allí, sigue montado sobre la concepción del poder/ver exótico. Bajo el título "Una fiesta única y divertida" leemos:
"¿Imaginaste alguna vez a tu hijo tocando un rinoceronte, alimentando un oso polar o teniendo una serpiente en su cuello? Estas son algunas de las actividades que podrá realizar junto a sus amigos si festeja su cumple en el Zoo!! Para chicos de 3 a 12 años. Una solución integral, donde la animación y juegos responderán a los intereses de cada edad. Cada cumpleañero podrá elegir el festejo según sus temas y animales favoritos! cumples@zoobuenosaires.com.ar"
ZOO DE LUJÁN
En el website oficial del zoológico podemos leer: "Los objetivos y prioridades que rigen las actividades de los zoológicos modernos han cambiado en el transcurso de los últimos decenios del siglo pasado, se considera ahora que la educación, la conservación y la investigación científica son los objetivos principales que tienden a reemplazar el rol primitivo de los zoológicos como lugares para la recreación y contemplación de animales salvajes vivos."
En particular este zoológico ha agregado a la recreación y contemplación, una interacción con los animales salvajes vivos, en la que no puede jamás pensarse en la presencia de "lo salvaje" en estos animales. El dispositivo de dominio en este caso ha suscitado un desarrollo completo de la sumisión entendida como falta de agresividad. El triunfo de la docilidad sobre animales predadores carnívoros para convertirlos en gatitos domésticos.
Así se promociona en un sitio de información para turistas extranjeros:
"A controversial zoo in Argentina allows tourists to have extremely close encounters with some of the most dangerous predators in the world.Here at the Lujan Zoo near Buenos Aires visitors can ride lions, cuddle bears, stroke tigers and feed cheetahs. Cages are accessible to everyone who paid $50 and signed the paper saying that if you are eaten, the Zoo is not responsible. Lujan Zoo is about 50 miles from from Buenos Aires, has an entrance fee of just £5."
BIOPARQUE TEMAIKÉN
Es más que significativo que así se presente Temaikén, como la suma totalizadora de los dispositivos de saber, de poder hacer ver, de tratar y de cuidar, de recrear, educar y entretener. Todas estas instituciones decimonónicas reunidas en un moderno emplazamiento, aunando a su vez pretensiones new age que intentan asociarse a saberes y costumbres de los pueblos originarios, utilizando su lenguaje para apropiarse de su relación con la naturaleza, de una manera impensable para cualquier indígena que tuviera la desdicha de visitar Temaikén y ver esto:
La nota del diario La Nación que ilustra esta última fotografía, no deja lugar a duda alguna cuando dice: "Cómo comen los tiburones, un show. Se exhiben 21 ejemplares del Mar Argentino que son alimentados por buzos en un acuario.
Estas vacaciones los chicos pueden participar de una experiencia que sólo se ve en los documentales de TV: presenciar en persona cómo se alimenta a los tiburones, los seres más temidos del océano.
Ayer, en el acuario de Temaikèn, en Escobar, unos 150 socios del Club LA NACION participaron en exclusividad del primer "almuerzo en público" de los reyes de las profundidades.
La actividad estará disponible para todo el público los miércoles y sábados, a las 16.30, en Temaikèn hasta el 14 de febrero. Los socios del Club LA NACION tienen el beneficio de dos entradas al precio de una para disfrutar del espectáculo."
Pero es verdad que este tipo de zoológicos contemporáneos ha intentado eliminar (hasta cierto punto) el concepto de animal encerrado en su jaula. Ha intentado reproducir lo mejor posible los hábitats propios de las especies exhibidas y ha hecho que el encierro parezca invisible mediante otros dispositivos arquitectónicos, como las fosas y los vidrios, nuevas formas de limitar, de establecer un 'hasta aquí' irreductible que mantiene a seguro, distribuye y prohíbe la irrupción de unos animales en los hábitats de otros, a la vez que demarca los espacios de "cuidado", "entretenimiento", "descanso", etc.
Volvamos a escuchar a Derrida:
"El inmenso parque zoológico de Hamburgo, un parque que se hizo célebre, entre otras cosas, por el sistema de límites que innovó -o con el que se lo rodeó, como se rodea de cuidados rodeando de límites-. De lo que aquí estamos hablando es, en efecto, del concepto de cuidado, de cura, de custodia, de cura y de la cuestión de saber si se puede rodear de cuidados, como suele decirse, sin rodear de límites reapropiadores. Inventar límites, instalar límites, he aquí el arte del que hablamos. Y se trata a la vez de un arte de cuidar y de encerrar. Entre la bestia y el soberano, la única cuestión es la de los límites y la de saber si un límite es divisible o indivisible. Porque saber instalar un límite es a la vez un arte y una técnica, quizá la technê misma. La technê quizá sea siempre una invención de límites. Como de lo que se trata siempre es de limitar aquí la libertad de desplazamiento de esos seres vivos, la estrategia del parque de Hamburgo consistía en transformar la forma y la estructura visible, lo fenoménico, la fenomenalidad de esos límites para tornarlos casi inaparentes, dejando así a los animales cautivos la ilusión de la autonomía de movimiento: estos nuevos límites ya no son entonces rejas metálicas e irrompibles (rejas que ya limitaban el movimiento al tiempo que dejaban ver los dos lados: la reja no era pues un límite absoluto e indivisible), [estos nuevos límites ya no son entonces rejas metálicas e irrompibles] sino fosas profundas que ya no se presentan como cercados, precisamente, sino fosas que desaparecen al irse horadando, que sólo se forman y aparecen en hueco, en resumidas cuentas, que se convierten en límites negativizados, en huecos, in absentia, por así decirlo, más infranqueables todavía que las rejas pero tan invisibles como un límite interiorizado y libremente consentido, como si esos pobres animales cautivos y mudos hubieran dado un consentimiento que nunca dieron a una violencia más segura de sí misma que nunca, a lo que denominaré la violencia represiva de rictus liberal, idealista y espiritualista."
RESERVAS NATURALES
Deberíamos pensar también entre las nuevas lógicas del zoo, la invención moderna de las reservas naturales que comienzan a establecerse durante el siglo XIX. Confinamiento que pretende llevar hasta el campo mismo del hábitat salvaje e intocado del animal, la capacidad de dominio como conocimiento y espectáculo. Paradoja imposible de evitar: la supervivencia de los hábitats naturales de los animales, depende de la mediación institucional que hará de ellos no solamente espacios reservados a la intervención humana. Serán también lógicas de la educación, del conocimiento científico y del sano esparcimiento natural, las que vendrán de la mano con la nueva curiosidad que comenzará a invadir estos espacios desde la segunda mitad del siglo XX. Así, el turista (el curioso por excelencia) se convierte en uno de los garantes de la supervivencia del nuevo zoológico, cuya lógica se ha transportado hasta el mismo territorio animal.
Agradezco especialmente a mis compañeros de lectura de Derrida: Paula, Fernando, Elena, Luz, Leandro y Edgardo.
DIEGO
ResponderEliminarLo leí dos veces, es tristísimo, pienso lo mismo que vos (sin toda esa cultura e información sobre todos esos filósofos), sumo también, el maltrato que se le da a los caballos en esos recreos donde se los alquila por una hora para que la gente pasee, muchos no saben andar y los taconean mal, les pegan.
Yo quisiera que todos fuésemos vegetarianos, que se deje de cazar, que todos pudiéramos ser veganos, aunque ni yo lo soy porque todo está fabricado con algo de cuero o de algún proceso animal, aunque no lo sepamos.
Siempre me parecieron tristes los zoológicos, al igual que los circos.
Aunque reconozco que hay empleados en ellos, que realmente han querido mucho a los animalitos que les tocó cuidar, como si se hubieran mimetizado con las emociones de los animales, como nos pasa a FER y a mi, que con seis perros y diez gatos, ya pensamos más como ellos que como humanos (empezás a construir torrecitas para que los gatos jueguen, remendás y conseguiís más acolchados para que todos se tiren y estén cómodos). Pienso que ellos deben estar libres, en sus lugares, donde nacieron, se debe prohibir la caza de todo. En MASCHWITZ, había un club EL PIGEON CLUB que era de TIRO A LA PALOMA, con un country adentro. De chicos, nuestro desvelo era, pensar en como liberarlas de esas jaulas. No sé si aún existe.
Sabés que no conocía la historia de los zoológicos, pero me imaginé que al principio era algo propio de la realeza, como empiezan muchas cosas. Yo creo que todos debían ser como el zoo de Lujan porque seguro que los príncipes querían hacerse los capos comoq ue ellos dominaban a los leones y tigres. Enconces contrataban a alguien experto y ellos se llevaban el crédito!
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