lunes, 24 de septiembre de 2012

SOCIEDADES DE CONTROL

En 1990 Gilles Deleuze escribe un pequeño texto, que se hizo célebre al seguir y actualizar la línea de análisis sobre el ejercicio del poder que tan bien había realizado Foucault refiriéndose a la Modernidad. Se trata del Post-scriptum sobre las sociedades de control. Allí sostiene que las sociedades de soberanía están en crisis desde mediados del siglo XX, crisis que se evidencia en los problemas crónicos de los centros de encierro (escuela, hospital, fábrica), que nucleaban la producción de subjetividad durante el siglo XIX y principios del siglo XX.

Veamos al mismo Deleuze introduciendo estos conceptos:






“Los encierros son moldes o moldeados diferentes, mientras que los controles constituyen una modulación, como una suerte de moldeado autodeformante que cambia constantemente y a cada instante, como un tamiz cuya malla varía en cada punto.” 

Son cambios en las formas de producción de subjetividad, si la sociedad disciplinaria, moldeaba cuerpos dóciles, aptos para ser más productivos en la fábrica, la nueva sociedad de control necesita herramientas para conducir las conductas que sean más flexibles que un molde impuesto en los centros de encierro. El modulado (como el de una onda electromagnética), permite un control a distancia, con la flexibilidad que los mercados contemporáneos necesitan.

De esta manera, la fábrica es reemplazada por la empresa, la escuela es reemplazada por la formación permanente, las internaciones son reducidas al mínimo indispensable y reemplazadas por cuidados descentralizados. Las sociedades disciplinarias numeraban a cada sujeto: no hay gran distancia desde el punto de vista de la tecnología entre la numeración tatuada en los campos de concentración nazis y los números de documento únicos de las sociedades democráticas.

“En cambio, en las sociedades de control, lo esencial ya no es una marca ni un número, sino una cifra: la cifra es una contraseña (mot de passe), en tanto que las sociedades disciplinarias están reguladas mediante con-signas (mots d'ordre) (tanto desde el punto de vista de la integración como desde el punto de vista de la resistencia a la integración). El lenguaje numérico de control se compone de cifras que marcan o prohíben el acceso a la información. Ya no estamos ante el par "individuo-masa". Los individuos han devenido "dividuales" y las masas se han convertido en indicadores, datos, mercados o "bancos".”

Los individuos (aquellos cuerpos no divisibles, los átomos fundantes de las sociedades modernas) son ahora subdivididos, dividuados para poder llegar a controlar cada uno de los aspectos de quien ya no es productivo en tanto hombre-productor, sino en tanto consumidor, inversor, deudor. Esto es lo que sucede en la etapa actual del capitalismo, en la que el problema principal ya no es cómo producir más, sino como mantener los flujos de capital activos y crecientes más allá de la producción (aquí entran las finanzas, los servicios, las acciones, los bonos, los intereses). De esta forma se profundizan las características que Foucault había señalado respecto al pasaje del poder de soberanía al poder disciplinario: la continuidad de su ejercicio (que no deja lagunas o espacios a los que no llega), su dispersión y su anonimato.

“Es un capitalismo de superproducción. Ya no compra materias primas ni vende productos terminados o procede al montaje de piezas sueltas. Lo que intenta vender son servicios, lo que quiere comprar son acciones. No es un capitalismo de producción sino de productos, es decir, de ventas o de mercados. Por eso es especialmente disperso, por eso la empresa ha ocupado el lugar de la fábrica. La familia, la escuela, el ejército, la fábrica ya no son medios analógicos distintos que convergen en un mismo propietario, ya sea el Estado o la iniciativa privada, sino que se han convertido en figuras cifradas, deformables y transformables, de una misma empresa que ya sólo tiene gestores.”

Y las palabras de Deleuze, aparecen tan desesperanzadas como la época lo requiere en pleno triunfo del neoliberalismo, del "fin de la historia", del Consenso de Washington. Ha triunfado el marketing como motor de la vida de consumo, allí se modula lo que vamos a llamar "deseo", allí están los "creativos", los que buscan un nuevo packaging y un nuevo gadget para inundar el mercado, como Steve Jobs y sus Iphones. Por supuesto, el mercado no es, aún universal. Por supuesto, las nuevas tecnologías de control crean a la vez nuevos modos de resistencias, nuevas armas. 





"El departamento de ventas se ha convertido en el centro, en el “alma”, lo que supone una de las noticias más terribles del mundo. Ahora, el instrumento de control social es el marketing, y en él se forma la raza descarada de nuestros dueños. El control se ejerce a corto plazo y mediante una rotación rápida, aunque también de forma continua e ilimitada, mientras que la disciplina tenía una larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no está encerrado sino endeudado. Sin duda, una constante del capitalismo sigue siendo la extrema miseria de las tres cuartas partes de la humanidad, demasiado pobres para endeudarlas, demasiado numerosas para encerrarlas: el control no tendrá que afrontar únicamente la cuestión de la difuminación de las fronteras, sino también la de los disturbios en los suburbios y guetos."



jueves, 6 de septiembre de 2012

INTOLERABLE



La conformación del GIP Grupo de Información sobre las Prisiones a principios de 1971 tiene que entenderse en el contexto de Francia posterior a Mayo del 68. La efervescencia política que había excedido las formas tradicionales de acción a través de los Partidos, estaba dando lugar a múltiples manifestaciones que encontraban, en gran parte de los casos, la férrea represión del Estado. El encarcelamiento de activistas maoístas en 1970 y las acciones que llevaron adelante para ser reconocidos como presos políticos (huelgas de hambre, manifiestos de distinto tipo con apoyo externo), permitieron llevar a la arena pública discusiones que excedían su status de presos políticos, para revisar las condiciones de detención de los presos ordinarios.

A la vez, una nueva generación de intelectuales se perfilaba no solamente con un cambio de nombres, sino con un enfoque distinto tanto en la teoría como en la praxis. Michel Foucault lideró el grupo fundador del GIP junto con Jean-Marie Domenach y Pierre-Vidal Naquet, al que también se sumaron Daniel Defert y Gilles Deleuze entre otros. Pero a pesar de estos nombres, no se trataba de una asociación de intelectuales, sino de un colectivo que incluía, familiares de presos, especialistas de diversas áreas (sociólogos, psiquiátras), ex-detenidos, periodistas.



El objetivo principal era que los presos pudieran hablar por sí mismos. Que su voz no fuera censurada, ni interpretada, ni intermediada por los distintos poderes (estatales, institucionales, científicos) que ocultaban lo que los presos mismos podían decir. 

Afirmaba Foucault en 1972:

“Los intelectuales han descubierto, después de las recientes luchas, que las masas no los necesitan para saber: ellas saben perfectamente, claramente, muchos mejor que ellos; y además lo dicen muy bien.”

Claro está, los presos no podían desde dentro de la cárcel llegar con sus reclamos, relatos y denuncias a la calle. El GIP funcionó sobre todo como un órgano de difusión, filtrando información, cartas y encuestas que se publicaron en cuatro boletines nombrados "Intolerable", además de en solicitadas en los diarios, protestas públicas frente a Ministerios. 


Gilles Deleuze en diálogo con Foucault:


“Desembocaste en la necesidad de que la gente precisamente encerrada se pusiese a hablar por su cuenta, que efectuase un relevo (o bien, al contrario, tú ya eras un relevo a su respecto), y esa gente se halla en las prisiones, está en las prisiones. Cuando organizaste el grupo información prisiones, lo hiciste sobre esta base: instaurar las condiciones en las que los mismos prisioneros pudieran hablar. Allí no había ni aplicación ni proyecto de reforma, ni encuesta en el sentido tradicional. Allí había algo distinto: un sistema de relevos en un conjunto, en una multiplicidad de piezas y de pedazos a la vez teóricos y prácticos. Para nosotros, el intelectual teórico ha dejado de ser un sujeto, una conciencia representante o representativa.”






¿Qué es lo que era intolerable? Además de las pésimas condiciones en las que vivían muchos reclusos, de los suicidos, de los asesinatos (como el de George Jackson, activista de los Black Panther, en una cárcel de Estados Unidos). Lo intolerable era el ejercicio desnudo del poder, la censura sobre las organizaciones de los presos y las pequeñas reformas que planteaba el Estado como toda respuesta. 

“Son intolerables: los tribunales, la policía, los hospitales, los manicomios, la escuela, el servicio militar, la prensa, la tele, el Estado”




El grito de lo intolerable no se quedaba en las reivindicaciones concretas de los presos, sino que llegaba a poner en crisis una red mucho más amplia de sujeciones, saberes y disciplinas. Por un lado se desarmaba la estructura jerárquica del saber que habla en nombre del que no sabe, la organización horizontal y transversal recordaba muy poco a las organizaciones partidarias. Es a la vez una acción local, un enfrentamiento en el lugar en el que el poder se ejerce y un desafío regional que llega transversalmente a todos los puntos en los que el poder se ejerce.  

Nuevamente Deleuze:

"Es una acción revolucionaria que, desde el fondo de su carácter parcial, se ve determinada a poner en cuestión la totalidad del poder y de su jerarquía. Si los niños llegasen a hacer oír sus protestas en una escuela de párvulos, o incluso simplemente sus preguntas, eso bastaría para provocar una explosión en el conjunto del sistema de la enseñanza. En verdad, este sistema en el que vivimos no puede soportar nada: de ahí su fragilidad radical en cada punto, al mismo tiempo que su fuerza de represión global.”




"Era una especie de pensamiento-experimentación. Hay todo un aspecto en el cual Foucault no dejó nunca de considerar el proceso del pensamiento como una experimentación. Es su ascendencia nietzscheana. No se trataba en absoluto de experimentar con la cárcel, sino de enfrentarse a la cárcel como un lugar o cierta experiencia que los reclusos estaban viviendo y que los intelectuales, como Foucault los concebía, también debían pensar. El GIP fue casi tan bueno como un libro de Foucault. Y lo seguí de todo corazón, porque me fascinaba."